El repertorio de los poderes fácticos para asaltar las instituciones se diversificó y complejizó. Gobiernos elegidos por el voto se convierten en autoritarios, violentos y genocidas. El sistema se dinamita desde dentro utilizando sus propias reglas. Por Pablo Bilsky Los golpes de Estado considerados “tradicionales” (con la intervención de las fuerzas armadas, los medios hegemónicos, las grandes corporaciones y los sectores económicos concentrados) siguen figurando entre las tácticas y las estrategias de los poderes fácticos. Pero se van adaptando a los distintos contextos históricos, y esto puede producir cambios en las maneras, los modos y las formas que utilizan los que poseen el poder real para usurpar el gobierno. En las últimas décadas se vienen publicando gran cantidad de estudios que dan cuenta de cómo mutaron, para hacerse más complejas, las maneras de arrasar con la voluntad popular y la democracia. Es posible comprobar cómo ciertos gobiernos elegidos por